La comunidad Qom en la II Bienal de Muralismo y Arte Público.
Enzo Núñez participa por segunda vez del encuentro que reúne a los referentes más talentosos de Hispanoamérica.
Enzo está lejos. Vive en la periferia de Puerto Tirol, a unos dos kilómetros. Enzo está lejos, para llegar a su mural hay que pedalear más de 15 cuadras desde el centro del pueblo. Él sólo deja de pintar cuando se queda sin la luz del sol. Enzo está lejos, no se suma a las cenas multitudinarias de la Bienal, pero cuando “el profesor Kike” lo llamó fue a la fiesta de la caña con ruda para celebrar a la Pachamama. Él estuvo ahí junto a 300 vecinos aunque la comunidad Qom, a la que él pertenece, no tenga una celebración especial para los primeros de agosto.
“Desde chico me di cuenta que me gustaba el arte, me gustaba todo lo que tenga que ver con dibujo, con pintura. Ahora que soy grande me pude integrar a la Fundación Huoqó gracias al profe Kike que siempre me preguntaba si quería participar en los eventos que ellos realizaban”, cuenta parado frente al mural que pinta en la casa de una vecina del barrio Túpac Amaru.
Enzo tiene dos sueños, imagina que pronto se harán realidad, que son posibles. Enzo dibuja los sueños, le pone color, los eleva y los lleva a la pared. Sus sueños caben en un lienzo, caben en una bandera: “En estas paredes tengo como base una bandera Argentina, que es mi bandera”.
En esta segunda edición la Bienal propuso la temática soberanía para desarrollar las obras. Para Enzo no se puede hablar de soberanía sin dar el ejemplo, sin practicarla, por eso dibuja a un hombre blanco y a una mujer Qom trabajando la tierra. “Un sueño mío es que se lleguen a juntar estas dos comunidades sin tener ningún rechazo de por medio. En la Argentina la soberanía se hace gracias a nosotros, a la comunidad, entonces en este muro, en un solo lienzo están juntas las dos sangres, sangre blanca y sangre aborigen que es lo que más predomina en la región.”
Ganarse el sustento, estudiar y cuidar la tierra son los ejes del segundo sueño, de Enzo, que protagonizan una mujer y niña de la comunidad Qom: “quiero reflejar también que esa nena, gracias al trabajo de su madre, que está en el centro del mural, puede estudiar, entonces son muchas realidades que son inventadas casi, pero es un sueño mío que esto sea así”.
El joven artista trabaja de albañil, locutor de radio y repartidor de comida para vivir; mientras perfecciona su “don” para ser profesor de artes visuales, sabe que vivir del trabajo del arte es difícil, cuesta, y requiere de mucho esfuerzo sobre todo cuando los recursos son casi nulos. Por eso pinta sus sueños, para hacerlos realidad, para estar en ellos.