Jimmy Scott: el hombre que detuvo el tiempo
Lo amo y no quiero decirle nunca adiós. Cuando la canción se detiene con la última nota de Jimmy, volvemos al mundo como era. Ni tan bonita ni tan apasionada. Y sólo nos queda esperar a que Jimmy vuelva a cantar y nos lleve un poquito más arriba”, Lou Reed.
El pequeño Jimmy está en el centro del escenario rodeado por una orquesta, no llega al metro sesenta pero nunca podría perderse en medio de la multitud: su voz casi femenina se expande por todo el teatro al mismo tiempo que abre los brazos, una fuerza invisible que sostiene todo. Aunque el síndrome de kallmann ancló su cuerpo y su voz en una eterna pre adolescencia él nunca dejó de crecer. Parece que canta un muchacho que vivió mucho.
Lleva sus manos cerca de la mejilla, casi sobre su boca para acurrucar su voz y entregarla como una racimo de uvas dulces. Así Little Jimmy se hacía inmenso, inabarcable.
Cómo se escucha el jazz? ¿Cuál es la instrucción? ¿Cómo se guarda la belleza de la música en el interior de nuestros cuerpos? Con los ojos cerrados, una sonrisa en la cara, balanceándonos de un lado al otro, así se escucha a Jimmy. Aunque no sepamos nada de él, aunque parezca otra, Jimmy detiene el reloj para nosotros, le pone pausa al tiempo, nos sujeta a lo bello, lo hace eterno.