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El Sabor Del Encuentro

El sabor del encuentro

—¿ Por qué no nos juntamos el viernes que viene?, el sábado no puedo.

Mentí, puedo, pero me dió pudor decirlo. «Ya fue, se lo digo, total nos vamos a juntar para ponernos al día», pensé.

—El sábado hay juntada después de la clase y viene el que me gusta. Quince años tengo, lpm— el chat se prende fuego. Me prendo fuego. Soy una llama.

— Ohhh, quiero saber todo— se entusiasma Yani mientras yo sonrió.

Hace dos meses que no nos vemos y a mí hace menos de una semana me volvió el deseo sexual, el coso ese que pensé que se me había roto. Todavía no sabe su nombre, ni cómo, ni por qué, nada, pero nos vamos a reír y mucho, me va a felicitar, brindaremos y yo contaré cada detalle de cómo superé eso de no sentir nada luego de un año y medio de estar separada. ¡Y cuando se lo cuente a mí psicóloga! Yo ya gané.

Ahora ya no necesito Tinder, en realidad nunca lo necesité. Laura insiste, todo el tiempo, siempre. «El mundo cambió, las personas ahora se conocen de otra manera», me argumenta. Y yo no quiero. «Rómpeme el corazón con la respuesta NO a la cartita de ¿querés ser mi novio?, pero no me rompas las pelotas con mensajes eternos para juntarnos algún día, casi seguro noche, para luego descubrir que no me gusta tu olor, tu mirada o tu forma de decir», pienso y me agoto, me niego.

Yo no sé lo que le pasa al que me gusta ahora, ¿se irá con otra y me dejará de garpe?, ¿me mirará toda la noche y no avanzará nunca?, ¿me arrinconará a la primera de cambio y yo retrocederé toda temerosa?, ¿no pasará nada?, ¿encontraré a otro que me guste más? Me encanta este juego del gato y el ratón. Mirar, sonreír, ¿pasar cerca o no pasar?, ¿pasar de nuevo o esperar?

Había asumido la derrota, el coso estaba roto. ¿No te gusta nadie? Preguntaba mi psico. Y no che, nadie. «No sé qué me pasa», le decía. Mis amigas se llenaban de citas luego de chamuyar por Instagram, mi hermano no paraba de traer chicas nuevas horas después de separarse. Año y medio y nada, pero Tinder jamás, hasta hoy, hasta recién. Siempre pensé que si no te podes levantar a alguien en vivo y en directo sos una fracasada total, sin embargo Tinder me dice: «lo lograste», ¿Que logré qué?

Logré 99 me gusta en 10 minutos, logré ver un catálogo de hombres entre 30 y 47 años. Fotos de hombres con mascotas, fotos de hombres en paisajes deslumbrantes, fotos de hombres en ascensores, fotos de hombres en el gim, casi todos en cuero, exitosos, sorprendentes, deslumbrantes y ¡MATCH! me enteró por mail, ya había borrado la aplicación de mi celular. Otra vez será, me quedaré con la duda. ¿Falta mucho para el sábado? Por suerte ya me vino, la depi definitiva fue la mejor decisión del mundo y el coso del del deseo volvió a funcionar. Quince años tengo, lpm.

 

 

Samanta Matzke

Samanta Matzke

Samanta Matzke es periodista y escritora, especializada en comunicación para organizaciones públicas, historias de periferia, cultura y política.
Nació en Buenos Aires en 1985, se crió en Ezeiza cuando el tercer cordón del conurbano bonaerense todavía era rural.

Fundó, junto a sus compañeros de secundaria, y llevó adelante la radio de la escuela: "FM La Técnica", ese día a sus 16 años decidió ser periodista. Estudió licenciatura en Periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).

Trabaja, desde el 2014, en el área de prensa y comunicación del Instituto Nacional de Juventudes (INJUVE) por lo que se especializó en Comunicación 360 para organizaciones públicas en la Universidad Nacional Guillermo Brown (UNaB). Es estudiante avanzada de la maestría en Periodismo Narrativo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Es autora de "El lugar de las palabras escritas", libro de relatos cortos.

Trabaja como columnista de historias de periferia en "Y se nos vino la noche", magazine nocturno en Fm Radio Cristal.

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