La II Bienal de Muralismo y Arte Público tiene su primera obra mural terminada.
Fue el resultado del trabajo del muralista salteño Walpaq y de niños artistas de Puerto Tirol.
—¡¡¡Hola Walpaq!!!
Walpaq se da vuelta, lo mira, no entiende, ¿quién es?, se pregunta. —Joel, ¿Cómo estás?
Se abrazan. Joel le cuenta que ahora es profe de química, que su hermano está terminando el profesorado, también. Se cuentan la vida en los años que no se vieron.
Walpaq consulta a los locales, hace memoria, busca fotos en su celular, algo que le recuerde cuántos años hace que vuelve a Puerto Tirol. Cinco o seis, quizás. La única certeza que tiene es que Joel era gurisito cuando venía a ayudarlo a pintar murales. Ayer Juanita, Emma, Mailén, Yosi, Joaquín y Marti, un grupo de niños artistas, firmaron el mural que pintaron junto a Jesús Flores “Walpaq”. Esta es la primera obra terminada de la II Bienal de Muralismo y Arte Público Latinoamericano.
“Mirá que Walpaq es rápido”, me dicen Las Nereidas Alejandra Zeme y MarilaTarabay y así fue, en tres días junto a la brigada de pequeños artistas el salteño le dio a la Bienal el primer mural de los más de 15 que están en creación.
—Ey, sacás fotos y te vas, me recrimina.
—Bueno, ahora bajo de la bici y charlamos.
Mira su obra, mira a las niñas pintar y las deja hacer. Se aleja de la pared, se queda parado, mira su dibujo, lleva la mano derecha al sombrero de pana gris adornado con plumas, junta los labios en una leve sonrisa hacia la derecha. Su rostro marrón cobre se enciende cuando parece que encuentra lo que quiere pintar. “Es una parte del proceso creativo”, me cuenta y agrega“estaba pensado en toda la experiencia que estuvimos escuchando entre ayer y hoy, el valor que tiene esta esencia de pensarse soberano”.
“¿No tenés calor?”, le pregunto cada vez que lo veo con el jean tajeado, salpicado de pintura y el chaleco de aguayo en medio de la siesta chaqueña que arrima temperaturas de treinta grados en estos días de invierno.
A él le tocó una pared de la vieja estación de tren de Puerto Tirol que está a unos pasos de la laguna Beligoy desde allí vuelve todas las noches a la casa de una de las voluntarias de la Fundación Huoqó, la Tía Olga.
“Veo que me corre todas las plantas que tenía sobre a pared, qué estará haciendo, me pregunté. Al rato voy y veo que me había dibujado un colibrí grande”, me cuenta Tía Olga, que como esa vez vuelve a alojarlo en su casa.
“Me está resonando en el corazón poder transmitir una idea vaga, quizás, de lo que es la soberanía ambiental, el trabajo en la tierra, las huertas comunitarias, la alimentación saludable, eso me viene resonando, intencionado para que se refleje un poco este pensamiento”, me cuenta cuando el mural estaba recién en proceso.
Fue él quien propuso a los responsables de la Fundación Huoqó, Kike Yorg y a María Laura Altamirano,celebrar en tierras litoraleñas la ofrenda a la Pachamama el primero de agosto. Desde hace seis años la caña con ruda y la ofrenda a la Madre Tierra se transformó en una celebración que se arropa con la presencia de artistas de toda Hispanoamérica.
La vecina de enfrente de la estación le muestra una foto de cómo lucía el mural que estaba al lado de su casa. Era una obra de Walpaq que taparon con pintura marrón. Ahí están las niñas y él restituyendo color a la pared, recuperando una obra de arte dejando en la pared una ofrenda más que le hace Walpaq a la Madre Tierra.