Saltear al contenido principal
contacto@samantamatzke.com
El Día Que Papá Murió

El día que papá murió

Otra vez ese dolor en el pecho. Papá se asustó. Subió al viejo Falcón y le gritó a su hijo mayor que vivía casi enfrente de su casa: «Dale que me voy». Papá estaba asustado, más que la vez anterior.

Dejá que manejó yo — le dijo Samuel. Papá apretó el acelerador durante 10 cuadras hasta la salita.

Estábamos a mitad de junio, todavía no habían caído las primera heladas. En Ezeiza siempre hace más frío que en Capital. Papá escuchó que estaba en la cocina, me llamó desde el cuarto, él estaba tomando mate desde la madrugada. Mamá dormía a su lado tapada hasta la cabeza. Me alcanzó un mate, me senté al borde de la cama. Charlamos mucho, tanto que no recuerdo nada. Cada tanto mamá despertaba para decir: «dale que ya te tenés que ir».

Papá llegó a la salita. Samuel bajó, corrió, gritó y  siguió con el Falcón a la ambulancia.

Era medio día, era el  momento de salir a comprar el almuerzo. Pensaba en eso, en comprar el almuerzo cuando llamó Samuel: «¿Por qué no atendés el teléfono, para qué lo tenés?», me gritó, estaba enojado.

— ¿Qué pasó?— pensé en hacerle un chiste.

— Papá, le dolía el pecho, me llamó, fuimos a la salita y ahora está en el hospital, búscalo a Marcos y venite.

Casamiento de mis padres.
Casamiento de mis padres.

Llamé a Marcos, nuestro hermano, el que me sigue, él ya sabía.  Corrí desde Paraná y Corrientes hasta llegar al Congreso, allí me esperaba. El sol de invierno en mi cara hacía más pesado el abrigo. No sé si tomamos el subte hasta Constitución o si en Cerrito esperamos la combi, no sé qué pasó. Me temblaban las manos, miraba el teléfono, no quería que volvieran a llamar, «sino nos llaman es porque está todo bien», pensé. Nos sentamos uno al lado del otro, no nos hablamos, ni siquiera nos miramos. Cerré los ojos para dormir, sólo quería morir.

Llegamos. No sabíamos  por dónde buscar. Samuel estaba sentado en el cantero de la entrada de la guardia del hospital. Nos sintió llegar, despegó los ojos del suelo, nos miró, giró la cabeza de un lado al otro, «papá se murió», dijo y la voz se le transformó en llanto.

Mamá estaba en la casa sola cuando papá agarró el auto y se negó a que otro luchara su propia batalla por él. Lucas, el más chico de nosotros estudiaba para policía, todavía no sabía nada, no supo hasta que empezó el velorio, no supo hasta que vio la nota que dejé en la puerta de casa. «Papá murió», no, ni idea, no recuerdo lo que escribí, creo que puse eso y la dirección del velatorio.Mamá paseando a Tony

—¿ Y qué le pasó?— preguntó una tía.

— Se murió, está muerto tía— le dije y le corté.

¿Te imaginas contar a cada pariente el detalle de cómo murió? No, porque no lo iba a hacer. «Llamé para que te despidas de tu hermano, no para que hagas preguntas pelotudas», pensé, pero no se lo dije, debí hacerlo. Marcos, Samuel y yo volvimos a casa en el Falcón de papá, antes pasamos por la salita para llevarnos un médico y una ambulancia.

La gorda estaba  en en el patio debajo de la parra sin hojas, sentada en su silla de plástico blanca.  Su cara estaba pálida, apretaba los labios, tenía más arrugas y menos vida. No quise entrar, mamá esperaba a su marido y yo le tenía que decir que jamás iba a volver. Mamá tenía las manos entre sus piernas y los ojos pegados al piso. ¿Y tu papá? Lloró, lloramos y todo se fue un poco más al diablo.

Pero ella si lo volvió a ver, yo estaba.  «Ahí está tu papá, está Juan, se está riendo», me señaló con el dedo la puerta del bañó de la habitación de la clínica. Se rió porque él se reía, se rió, porque después de dos años lo volvía a ver, se rió con toda la cara, con la boca bien abierta, se rió porque ya no volvería a sufrir su ausencia.

—Mamá, ¿ya te vas?

— Shhh, ya falta poco.

Entonces no le pedí que se quedara.

Samanta Matzke

Samanta Matzke

Samanta Matzke es periodista y escritora, especializada en comunicación para organizaciones públicas, historias de periferia, cultura y política.
Nació en Buenos Aires en 1985, se crió en Ezeiza cuando el tercer cordón del conurbano bonaerense todavía era rural.

Fundó, junto a sus compañeros de secundaria, y llevó adelante la radio de la escuela: "FM La Técnica", ese día a sus 16 años decidió ser periodista. Estudió licenciatura en Periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).

Trabaja, desde el 2014, en el área de prensa y comunicación del Instituto Nacional de Juventudes (INJUVE) por lo que se especializó en Comunicación 360 para organizaciones públicas en la Universidad Nacional Guillermo Brown (UNaB). Es estudiante avanzada de la maestría en Periodismo Narrativo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Es autora de "El lugar de las palabras escritas", libro de relatos cortos.

Trabaja como columnista de historias de periferia en "Y se nos vino la noche", magazine nocturno en Fm Radio Cristal.

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba