
Incendios en Corrientes
“Es como una especie de duelo que se vive acá”: el testimonio de vecinos de la zona.
Patricia no quiere salir de su casa. Tiene miedo. Alrededor todo es humo. Está en alerta. Un vidrio, una latita, un cigarrillo mal apagado en un campo o en la banquina puede empezar un incendio espontaneo: “Vos dejas tu casa y un pasto seco se prende fuego y perdes todo”.
Patricia Langue es trabajadora de la agencia de Extensión Rural del INTA en Corrientes, vive en una zona semi urbana a 15 km de Corrientes Capital y trabaja en el paraje La Palmira a 80 Kilómetros de Itatí. Ella dice que “no se está salvando nada”, ni siquiera en la ciudad, donde hubo pasto o verde hay un foco, como en la rotonda de la Virgen donde el fuego ardió por 10 días.

El 30 de enero se registró el primer foco de incendio. Todavía siguen activos diecisiete. Ya ardieron más de 800 mil hectáreas. Nueve por ciento de la provincia está quemada, 25 departamentos fueron afectados. En la última semana se perdieron 30 mil hectáreas diarias. Estos son los datos del último informe que realizó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Como Patricia toda la población correntina está en alerta. Los grupos de wasap sirven para ayudar a apagar los nuevos focos, trasladar donaciones, salvar animales que pudieron escapar de las llamas y registrar. En Tik Tok se pueden ver las paredes de fuego llegando a una casa, animales calcinados, animales lastimados por el fuego que piden auxilio a los humanos, llantos de productores, y bomberos que no paran.
“Nuestra garganta se está por cerrar de tanto humo, todo el día humo, humo, humo, de la quemazón, no termina más, no sé qué va a pasar porque el río también se está secando. El pasto está blanco, los animales se están muriendo todos, cuando hay incendio salen todos desesperados. Estamos en el medio del incendio. Tenemos una seca. Incendio por todos lados.”, me dice Pocha, mi tía, que vive en Ita Ibaté, una localidad que está a cien kilómetros del Parque Nacional Iberá, allí el fuego también llegó.
Hace dos años que en Corrientes hay sequía. El Río Paraná registra el menor nivel en 77 años. La bajante histórica es visible, palpable, las playas de Corrientes Capital ya no lucen como antes, falta agua y las temperaturas por encima de los 40 grados agobian. Sin lluvia no hay respiro.

Autor desconocido.
El Gobernador Gustavo Valdés declaró zona de catástrofe a la provincia y se rindió. Para él “es imposible apagar el fuego”, sólo queda el milagro de la lluvia y el de las donaciones para poder equipar a todas las dotaciones de bomberos municipales y a los veterinarios que intentan salvar a cientos de animales.
En el paraje La Palmira hay un único pozo comunitario, los vecinos sacan agua de un aljibe y con eso intentan sofocar las llamas. Cuando no alcanza usan chicotes, ramas, cueros, tractores, lo que tengan. La ayuda llega en forma de donaciones y voluntarios. Las sirenas de coche bombas llegan desde Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Entre Ríos y desde Brasil.
“Nosotros podemos hacer algo”, afirma Patricia y agrega: “ vimos que la necesidad era tan grande que no podíamos no hacer. Nosotros estamos llevando a bomberos y veterinarios que trabajan con animales rescatados, estamos trabajando con una donación bastante importante que vamos a llevar a los bomberos de Itatí, como forma también de contribuir con la logística”.
Los correntinos esperan la lluvia como un milagro. Cuando algún santuario del Gauchito Gil se salva del fuego aunque todo alrededor este quemado la esperanza se agiganta, pero también la rabia. El Gobierno Provincial ya anunció el inicio del carnaval, rechazó la ley de humedales y dejó sin equipamiento a los bomberos. Mientras el monocultivo continúa y la quema de pastizales sin control sigue siendo una práctica habitual. El cambio climático es ausencia del Estado.