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Feminismo argentino, ¿un proyecto colonial?

¿Es posible la construcción de un feminismo argentino que deje de responder a la imposición de una agenda global?  ¿Existe una línea de lucha histórica entre las primeras organizaciones feministas y las actuales? ¿Por qué no existe hoy un partido feminista?  

 

“¿Qué nos reserva el porvenir? Acaso algo más importante que lo que generalmente encierra la palabra feminismo. Acaso algo más trascendental que la participación de la mujer en la política: acaso, allá, en el fondo misterioso de ese cambio, se está preparando la transformación biológica de la especie humana”.

Alfonsina Storni.

El feminismo masivo

El Movimiento Feminista en Argentina ha cobrado vitalidad y protagonismo en los últimos seis años con la primera marcha convocada bajo la consigna #Niunamenos. Las calles, las plazas, las instituciones del Estado, los medios de comunicación, las redes sociales y los hogares fueron atravesados por el despliegue de la actividad política y social de miles de mujeres reunidas en un colectivo heterogéneo.

La marcha del 3 de junio de 2015 inauguró un activismo fuerte y de creciente masificación con la incorporación de mujeres que hasta ese momento no habían militado activamente la causa feminista; esta masificación impulsó reclamos que no figuraban en la agenda mediática ni política, se robusteció el rol de la mujer en la vida pública y se jerarquizaron las áreas de género tanto en instituciones de la sociedad civil como en las del Estado. Se debate en casa, en la calle, con amigos, novios, en el trabajo, el subte, en todos lados. La agenda feminista conquistó el espacio público y lo cotidiano.

Este trabajo retoma la interrogante de Alfonsina Storni y desanda el camino que recorrió el feminismo en nuestro país hasta la actualidad para reflexionar sobre las consignas, la composición y las respuestas o reacciones que las intervenciones del feminismo provocan en los medios hegemónicos de comunicación, en especial la prensa escrita, a la luz de las propuestas de “Coalición Internacional” de Judith Butler y la advertencia de Nancy Fraser sobre las “amistades peligrosas” del feminismo y la reconstrucción neoliberal del Estado que aborda Wendy Brown en “El Pueblo sin Atributos”.

Las medidas implementadas para evitar el colapso sanitario en nuestro país durante la pandemia de Covid 19 dominaron la agenda mediática desde marzo a noviembre de 2020, sin embargo, noticias como la creación del ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, el incremento de los femicidios en cuarentena, el tratamiento del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, la muerte de Maradona y el 8M rompieron con la agenda Covid-19. Todos ellos pasaron por debates acalorados e interminables que empezaban en las redes sociales y que se retomaron en los medios de comunicación.

Los diarios Página 12 y La Nación fueron los consultados en su versión web para recorrer las réplicas y debates de nuestros feminismos. También se tuvo en cuenta notas de opinión y discusiones en otros diarios digitales como Infobae, Perfil, Clarín y Anfibia para poder tener una mirada amplia de lo que circula e identificar qué dejaron afuera los diarios más tradicionales y con líneas editoriales antagónicas.

Una mujer sostiene un cartel en la movilización "Ni Una Menos" en Buenos Aires, 3 de junio de 2017.
Una mujer sostiene un cartel en la movilización «Ni Una Menos» en Buenos Aires, 3 de junio de 2017. Marcos Brindicci / Reuters

Para analizar el presente del movimiento feminista es preciso también revisar sus huellas, entender su proceso, contextualizar sus luchas para apreciar sus logros, sus contradicciones y sus tropiezos. La primera mitad del Siglo XX es documentada en las crónicas de la escritora, periodista y poeta Alfonsina Storni, mientras que la segunda mitad podemos relevarla en el aporte de la tesis doctoral “Evita Capitana” de la profesora e investigadora independiente del Conicet, Carolina Barry. El feminismo argentino creó en cien años dos partidos femeninos: El Partido Feminista Nacional y el Partido Peronista Femenino, recuperarlos nos permite indagar si nuestro feminismo mira con sus propios ojos o con las gafas del “primer mundo”.

Feminismo sin fronteras ideológicas

La composición diversa, plural y de carácter movimientista sobre la que se edifica el feminismo argentino lo postula como un colectivo forjado en la integración, el debate y el enriquecimiento entre las diferentes expresiones donde conviven feminismos liberales, liberales progresistas, de izquierda, populares, peronista, de corrientes anarquistas o autonomistas.

El pluralismo se sostiene desde la “sororidad”, es decir, en la confianza mutua en la pertenencia de género que propone pensar a la otra como una aliada y no como una enemiga o competidora.

La composición de referentes políticas que provienen de espacios ideológicos antagónicos jugó un rol decisivo en el debate que concluyó con la media sanción al proyecto de Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en junio de 2018. Facto que rompió la agenda pandémica que se cubrió en todos los medios minuto a minuto.

Las protagonistas fueron: Carolina Moisés (Bloque Justicialista), Araceli Ferreyra y Lucila De Ponti (Movimiento Evita), Mayra Mendoza y Mónica Macha (Frente para la Victoria), Brenda Austin, Karina Banfi y Alejandra Martínez (UCR); Cecilia Moreau (Frente Renovador), Malena Galmarini (ex concejal de Tigre por el Frente Renovador), Victoria Donda (Libres del Sur), Romina Del Plá (Frente de Izquierda), Silvia Lospennato (PRO) y  Daniel Lipovetsky (PRO), presidente de la Comisión de Legislación General de Diputados, el único varón.

“Las Sororas fue la experiencia práctica de una forma de hacer política feminista horizontal, transversal, de mucha colaboración, donde la construcción del vínculo personal y la confianza es la piedra angular sobre la que se construye todo lo demás. Si algo se puede decir es que nunca improvisamos, siempre diseñamos la estrategia parlamentaria en todas las instancias y cada una ejecutó su rol. En el Senado no se pudo replicar esa experiencia y yo no dudo que parte del fracaso en esa Cámara tuvo que ver con eso”. Silvia Lospennato.

Grupo de legisladoras perteneciente a distintos espacio partidarios que confluyeron para impulsar la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Autor desconocido.

Esta coalición multipartidaria fue indispensable a la hora de promover el proyecto ley del aborto, tanto que dos años después no hubo marcha atrás: lo imposible, lo difícil, lo trabado se hizo realidad. La ley significó un hito en las conquistas del feminismo argentino, pero después de la ley ¿qué? ¿Es posible sostener una alianza que trascienda las ideologías, intereses partidarios y la propia historia del movimiento feminista nacional? ¿Cómo juega y opera la transversalidad? ¿Cómo se explica el logro conciliar posiciones agónicas sino antagónicas? “Esta ley se construyó con la gente. Ha sido un proceso totalmente participativo, entre referentes sociales, movimientos, la gente en las calles que opinando sobre este tema, haciéndonos saber. Se ha hecho con la garantía de la libertad de expresión. Eso está expresado en el dictamen, que es flexible, trabajado. Entendimos que era una herramienta de consenso. Dejamos de lado las ideologías”; Carolina Moisés (Bloque Justicialista).

De un feminismo global al Estado feminista

El género pasó a ser una variable estructural que da cuenta de las desigualdades sociales para poder combatirlas. El gobierno de Alberto Fernández creó, a través del Decreto 680/2020, el Gabinete Nacional para la Transversalización de las Políticas de Género con el fin de “diseñar estrategias para incorporar la perspectiva de género en todas las políticas públicas de la Administración Pública Nacional”. Las áreas y programas con perspectiva de género se multiplicaron en todo el país en articulación directa con el ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad.

Logo ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad.

Sin embargo, durante las restricciones por pandemia uno de los trabajos más afectados fue el del servicio doméstico. Según un informe la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) que publicó Página 12 más de 300 mil mujeres perdieron su empleo en menos de un año y sólo el 1,5 por ciento cobró seguro de desempleo. Las más afectadas fueron las mujeres precarizadas y de la economía popular, es decir, mujeres pobres que además se hicieron cargo de ollas populares, merenderos y comedores que alimentan hogares que no pudieron lograr el sustento diario para su familia. Junto a los trabajadores migrantes del agro y los de la construcción son los tres sectores más perjudicados por su alta precarización laboral.

Al mismo tiempo la violencia de género durante los primeros meses de cuarentena aumentó: las denuncias en la línea 144 se multiplicaron y muchas mujeres debieron esperar horas para ser atendidas aunque lograr la comunicación no garantizaba la resolución del problema.

Rechazando el «economicismo» y politizando lo «personal», las feministas ampliaron la agenda política para desafiar las jerarquías de status basadas en las construcciones culturales sobre las diferencias de género. El resultado debía haber conducido a la ampliación de la lucha por la justicia para que abarcara tanto lo cultural como lo económico pero el resultado ha sido un enfoque sesgado hacia la «identidad de género» a costa de marginar los problemas del «pan y la mantequilla». Peor aún, el giro del feminismo hacia la política de la identidad encajaba sin fricciones con el avance del neoliberalismo que no buscaba otra cosa que borrar toda memoria de la igualdad social. (Fraser, 2013)

Nancy Fraser, Filosofa y académica feminista.
Autor desconocido).

Al recinto llegaron “unidos en la diversidad”, así lo expresó en su exposición la diputada del Pro, Silvia Lospennato; un discurso ovacionado, que se llevó lágrimas de muchas diputadas y que los medios de comunicación elogiaron. Era el triunfo de la sororidad.

“A las sororas, esta multipartidaria de mujeres que llegó para quedarse en la política argentina, unidas en nuestra diferencia pero siempre a favor de las mujeres”.

El proyecto de ley se debatió por primera vez en Diputados luego de años de quedar en la puerta de entrada. Esa primera vez fue habilitada por el Gobierno de Mauricio Macri, los diputados del Pro Silvia Lospennato y Daniel Lipotezky además de liderar el grupo de “Las Sororas” fueron los encargados de recordar tamaña decisión política.

Un mes después, en ese mismo recinto, las diputadas De Ponti, Ferryra y Donda firmaron el proyecto de resolución (3824-D-2018) que solicitó al Ejecutivo Nacional un informe sobre el funcionamiento del Instituto Nacional de Mujeres y en especial sobre Línea 144 para conocer los motivos de los despidos y la reducción de viáticos de los trabajadores de la línea, además del informe estadístico y la situación de los recursos destinados al área, entre otros.

Al año siguiente se trató el proyecto de ley de cupo femenino y acceso de artistas mujeres a eventos musicales y la modificación en la ley 25.467 que incorpora la igualdad de oportunidades de género en la política científico tecnológica. Lospennato no votó en ninguna de las dos ocasiones, la votación en diputados indica ausente. En tanto, su voto fue negativo en todos los proyectos relacionados a congelamiento de tarifas de servicios públicos, emergencia tarifaria, equidad tarifaria, tarifa social en servicios públicos para cooperativas de trabajo de fábricas recuperadas, tasa cero del impuesto al valor agregado para productos de la canasta básica, etc. Conducta consecuente con el programa de ajuste que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le exigió al gobierno de Mauricio Macri y con su ideología partidaria.

Macri gobernó toda su gestión con minoría parlamentaria. Cuando no logró consenso se valió de DNU o vetos. La primera ley vetada fue la de “emergencia ocupacional” que prohibía los despidos y en caso de hacerlo exigía el pago  de una doble indemnización. A pesar de ello, el programa de ajuste se realizó con prisa y sin pausa: devaluación, incremento de tarifas de servicios públicos y esenciales, despidos en el sector público, cierre de fábricas y comercios, caída real de los salarios, desempleo, cese de paritarias y endeudamiento. Como lo indica Brown, un Estado Neoliberal que daña severamente la protección de sectores vulnerables y acrecienta de manera desmedida la desigualdad, propiciando la desintegración social. Al licuar la fuerza laboral como categoría rompe con su característica colectiva, de clase, debilitando de esta manera el carácter político del ser humano y reduciéndolo a homo oeconomicus (Brown, 2016).

Tanto Página 12 como La Nación destacaron el desempeño de las “Sororas” al erigirse como un bloque transversal que posibilitó que la IVE fuera ley. La Nación dio espacio y mención a los sectores conservadores que estaban en contra de la ley, respondiendo así a su público en la grieta que ubicaba por un lado a las “pro vida” y por el otro las “pro aborto” pero no hubo mención ni análisis sobre otros proyectos de ley o las políticas públicas que perpetuaban la desigualdad de género. Se dio lo que en el 2013 Nancy Fraser llamó “funcionalización neoliberal del feminismo” norteamericano:

“En un cruel giro del destino, me temo que el movimiento para la liberación de las mujeres se haya terminado enredando en una «amistad peligrosa» con los esfuerzos neoliberales para construir una sociedad de libre mercado” (Fraser, 2013).

La alianza del progresismo con el sector conservador y liberal en el Congreso expone las “amistades peligrosas” que Fraser denominó “progresismo neoliberal” que en EE.UU se consolidó durante el gobierno de Bill Clinton y tuvo a Hillary Clinton como su máximo exponente. “El neoliberalismo progresista es una alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQ) por un lado y, por el otro, sectores de negocios de gama alta “simbólica” y sectores de servicios (Wall Street, Sillicon Valley y Hollywood)”.

La alianza feminista

IVE, Ley de cupo trans, Ley Micaela. El 2020 fue un año de conquistas y de ampliación de derechos producto de la lucha del movimiento feminista y de un Estado que instituyó al feminismo. “En los 18 meses de gestión, 15 de los cuales transcurrieron en pandemia, demostramos que también se pueden ampliar derechos”, afirmó la ministra Elizabeth Gómez Alcorta quién repasó algunas de las medidas adoptadas desde el inicio de la gestión de gobierno: el impulso a la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la de cupo laboral travesti trans, la creación del Gabinete Nacional para la Transversalización de Políticas de Género y la Mesa Interministerial de Políticas del Cuidado, entre otras.

Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco, 15 de octubre de 2017.
wikipedia.org / Iro Bosero / CC BY-SA 4.0

Sin embargo, todas estas medidas se diluyen en un contexto en el cual el 40 % de la población es pobre y casi un diez por ciento es indigente, lo que aumenta los daños severos en la condición de precariedad de la vida cuando tienen las necesidades básicas insatisfechas y el tejido social se desintegra.

Lo que dejó cuatro años de neoliberalismo macrista más la pandemia y la cuarentena, es una terrible desigualdad económica cuya variable principal es la pobreza y no el género. El 2020 se inauguró con altos índices de infectados por dengue en todo el país y niños salteños muertos por falta de agua. Desigualdades estructurales no resueltas. La última gran movilización feminista fue el 8 de marzo de 2021 para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y plegarse a un paro internacional en un país donde la mayoría de las mujeres está desocupada, precarizada o sobrevive con subsidios, es decir: no puede hacer paro ya que es sólo un derecho para trabajadores asalariados. El género parece no ser suficiente como única variable explicativa de las desigualdades económico-sociales. Por sí sólo no ha podido resolverlas.

En la era del capitalismo organizado por el Estado criticamos con razón una visión política restringida que se enfocaba tan intensamente en la desigualdad de clases que no podía ver injusticias «no económicas» como la violencia doméstica, el asalto sexual y la opresión reproductiva (…) absolutizamos la crítica del sexismo cultural precisamente en el momento en que las circunstancias requerían una atención redoblada a la crítica de la economía política. (Fraser, 2013)

Feminismo normativo

Diego Maradona murió el 25 de noviembre, fecha en la que se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Su muerte puso en escena un profundo debate entre los feminismos. Comunicadoras y referentes del colectivo manifestaron su postura a favor o en contra, es decir, llorar o no llorar a Maradona. ¿Es posible ser feminista y maradoniana? Fue la pregunta que se intentó responder en esos días. ¿Qué discursos pueden o no decirse? El camino hacía un feminismo normativo se puso en pausa frente a un acontecimiento que eliminó todas las certezas y que puso en contradicción y revisión los postulados hegemónicos. La cancelación, el machismo, el patriarcado, el punitivismo y la deconstrucción, entre otros, fueron los temas que más se abordaron en las notas que se publicaron durante esa semana en los portales webs más consultados.

La periodista Mariana Carabajal, las actrices Florencia de la V y Thelma Fardín fueron algunas de las mujeres que tuvieron que explicar, polemizar y defenderse luego de expresar públicamente su dolor por la muerte de Diego Maradona. Tanto Florencia de la V como Mariana Carabajal siguieron el debate en columnas de opinión en Página 12 en tanto La Nación tituló “Polémico posteo de Thelma Fardín por la muerte de Maradona”, que ella misma, luego de unos meses, eliminó de su cuenta de Instagram.

Captura de pantalla del posteo en la cuenta de IG de Thelma Fardin.

Butler, en Vidas Precarias, plantea que la esfera pública se constituye por lo que puede o no ser dicho, esto implica una forma de normativizar los discursos. Pensar, analizar y cuestionar al feminismo argentino ha significado, en muchas ocasiones, la calificación de reaccionario o machista al discurso crítico como una forma de anular el debate.

“La esfera pública está constituida en parte por lo que no puede ser dicho y lo que no puede ser mostrado. Los límites de lo decible, los límites de lo que puede aparecer, circunscriben el campo en el que funciona el discurso político y en el que ciertos tipos de sujetos aparecen como actores viables”. (Butler, 2009)

La muerte de Maradona puso en escena los debates “cancelados”. Las noticias sobre violencia o nuevas conquistas de derechos tuvieron cobertura permanente y amplia tanto en Página 12 como en La Nación, sin embargo las voces disidentes, reflexivas o a contrapelo del discurso hegemónico circularon en su mayoría por otros espacios periodísticos como Perfil, Infobae, Diario Ar, Clarín y Anfibia (los más masivos) en los que se destacan las intervenciones de la periodista Nancy Giampaolo, la licenciada  en letras Florencia Angiletta y la psicoanalista Alexandra Kohan.

En Argentina, esta crítica tuvo su punto más alto de cuestionamiento social hacia el feminismo en el auge de los “escraches o linchamientos virtuales” en redes sociales: una acción punitivista que intentó reparar por medio de la condena social lo que lo institucional no había logrado. Los escraches crecieron de manera exponencial en el contexto de lo que se conoció como el Me Too argentino con la denuncia pública de la actriz Thelma Fardín por abuso sexual contra su colega Juan Darthés. Está práctica devino en la “cultura de la cancelación” que implica quitar el apoyo e incluso el boicot hasta que la persona o el consumo cultural vinculado a ella desaparezca. Pero también funcionó como una manera de censura a las críticas y de autocensura para quiénes no coincidían en todas las dimensiones pero que no querían exponerse a ser acusadas de machistas o incluso encubridoras de violencias. Desde un principio los varones heterosexuales quedaron excluidos de la posibilidad de opinar o intervenir en la esfera pública sobre estos temas.

La muerte de Diego Maradona expuso las contradicciones del colectivo y produjo, por primera vez hacia adentro de los feminismos, contradicciones y discusiones sobre la imposición de un discurso normativista que incluyó critica a la práctica de la cancelación. Sin embargo en las reflexiones Feminismo/Maradona no se ponderó a la crítica como un valor democrático ni a la cancelación como una forma de anular el disenso y el debate sino de evitar medir el feminismo de las mujeres que no cancelan a determinadas personas, expresiones o acciones.

La futbolista Paula Dapena, da la espalda durante el minuto de silencio por la muerte de Diego Maradona
© Tania Esperón

¿Qué ha ocurrido con la crítica como valor democrático? ¿Bajo qué condiciones la crítica en sí misma resulta censurada si cualquier crítica reflexiva se percibe como débil y falible? El disenso y el debate dependen de la inclusión de todos aquellos que sostengan un punto de vista crítico sobre la política oficial y la cultura civil como parte de una discusión más amplia acerca de políticas y política en general. (Butler, 2009.)

Las referentes que sostuvieron que es posible ser feminista y “maradoniana” ponderaron la condición “plebeya” o “popular”. Maradona era un hombre racializado, pobre y del conurbano profundo que logró el reconocimiento mundial sin desconocer sus orígenes, que denunció y enfrentó a los poderosos, que siempre fue Pueblo a pesar de ser millonario, es decir:  intervino en esta posición una mirada interseccional para poder apreciar todas la dimensiones/determinaciones histórico-sociales que configuran  a un ser humano. Esta misma categoría se utiliza para explicar la coexistencia de identidades y así denunciar las desigualdades por las que son atravesadas las mujeres y disidencias.

Intereseccionalidad: La atomización de la lucha. Desarticulación de las demandas.

Los primeros grupos feministas del siglo XX fueron integrados por mujeres profesionales o estudiantes universitarias provenientes de clases media y alta de las principales ciudades del país. Su discurso y accionar interpelaba a las mujeres de su condición social, sus reclamos eran realizados desde su pertenencia de clase.

En los últimos cinco años el movimiento ha adoptado medidas en pos de reconocer la interseccionalidad, promover la amplitud, la diversidad y reivindicar la lucha popular. En sintonía, en el último Encuentro Nacional de Mujeres (2019) se ha discutido el cambio del nombre a Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales y No-Binaries, objetivo que se ha logrado a pesar de la oposición de un sector.

Desde esta perspectiva, el feminismo argentino se reconoce como un “movimiento antineoliberal, antirracista, anticolonial y antifascista”.  El documento del Ni una Menos expresa el reclamo de todos los sectores que lo conforman. De este modo los tópicos que se despliegan son tan variados como su conformación política (ley de cupo trans travesti, justicia, salarios/subsidios para enfrentar la pandemia, violencia económica de las corporaciones y, por último, implementación de la ley IVE y parto respetado) por ello el texto incorpora todas las demandas una por una, cincuenta y tres en total, en la misma jerarquía, con el mismo nivel de importancia.

Con el fin de no dejar a nadie afuera, ¿a quiénes incluyen? Ir por todos sólo garantiza que se declame el acceso a derechos a minorías, que se resuelva con cupos las demandas de algún sector que haya aprendido la “rosca” política. La interseccionalidad funciona como una jerarquización de la desigualdad. Un país que lleve adelante políticas públicas para resolver el desempleo, la inflación, el acceso a la tierra, a la vivienda, a la salud y educación reduciría la condición de vulnerabilidad y las demandas del colectivo drásticamente.

La interseccionalidad como marco para identificar las desigualdades en un contexto de pobreza y marginación genera la atomización y fragmentación de las demandas. Cuando todo es importante, ¿qué es lo importante? Butler señala que la vulnerabilidad toma otra dimensión cuando es enunciado ya que adquiere reconocimiento. Con la visibilización sea a través de la deconstrucción de las masculinidades (para eliminar la violencia machista) o a través de la performatividad del lenguaje para poner en escena años de discriminación hacía la diversidad y disidencias, el feminismo promueve cambios culturales para resolver ciertas demandas pero, en la praxis, no ha resuelto la precariedad de la vida de esos sectores históricamente postergados.

En este sentido, la agenda del feminismo argentino va en contra de resolver la precariedad de las vidas, no sólo de las vidas de las mujeres sino de todas las vidas. Un feminismo que utiliza un lenguaje político de naciones europeas para problemas en países latinoamericanos. Se trata de feminismos compuestos por mujeres y disidencias que no han logrado beneficiarse de ningún cambio de los cuales las feministas de otros orígenes y clase sí.

Sería un error medir el progreso del feminismo por su éxito como proyecto colonial. Parece más decisivo que nunca lograr que el feminismo se deshaga de sus presupuestos de Primer Mundo y usar los recursos de la teoría y el activismo feminista para volver a pensar el significado del lazo, el vínculo, la alianza, la relación, tal como son imaginados y vividos en el horizonte de un contraimperialismo igualitario. (Butler, 2009.)

Portada libro Vida Precaria de Juth Butler.

Desde esta perspectiva, es valioso preguntar cómo es posible articular la historia del feminismo latinoamericano dentro del modelo histórico de un feminismo que se ha hegemonizado. Judith Butler propone una coalición internacional de mujeres y pensadores feministas que acepten un abanico de creencias epistemológicas y políticas sin intentar transpolar ideas a contextos culturales distintos. Mientras que Nancy Fraser cree que es preciso “romper esa amistad peligrosa con el neoliberalismo” y recuperar las “contribuciones” que le regalaron al neoliberalismo para sus propios fines (salario familiar/capitalismo flexible; economicismo/políticas de identidad; critica a la burocracia/fundamentalismo libre mercado).

Feminismo Argentino: Del liberalismo al peronismo

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”. Rodolfo Walsh

¿Existe una línea de lucha histórica entre las primeras organizaciones feministas y las actuales? ¿Por qué no existe hoy un partido feminista? ¿Cómo se construye un feminismo popular y nacional? Argentina tuvo dos partidos feministas nacionales, el primero “Partido Feminista Nacional” creado por Julieta Lanteri y el segundo el “Partido Peronista Femenino” creado por Eva Perón. Para conocerlos indagué en las crónicas de Alfonsina Storni y en la tesis doctoral “Evita Capitana” de Carolina Barry.

Evita Capitana, el libro que relata el nacimiento del Partido Peronista Femenino por Carolina Barry.

En 1918 la médica Julieta Lanteri presidió el partido Feminista Nacional que la postuló como candidata a diputada, la primera del país, ya en 1911 fue la primera mujer en Sudamérica en ejercer el sufragio. Se reconoce a Lanteri, junto a Alicia Moreau, Elvira Rawson de Dellepiane y otras mujeres como las “sufragistas” pero su activismo no se reducía sólo al derecho al voto, también incluían postulados como dignificación del trabajo, derechos del menor y el niño y el divorcio absoluto sostenidos desde la creación, por ejemplo, de la Liga para los derechos de la mujer y el niño. Si bien las demandas eran motorizadas desde la pertenencia de clase y desde La Capital Federal, incluían a otros sectores y temas que Storni documenta en sus crónicas. Con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen, la década infame puso en pausa a la política, a la democracia.

En 1945 se incorporó en el Primer Plan Quinquenal el proyecto de ley de promoción del sufragio femenino. La figura de Evita fue decisiva para obtención del voto femenino. La creación, en 1949, del Partido Peronista Femenino (PPF) fue la herramienta que Evita construyó para el ingreso masivo de las mujeres argentinas a la vida política. El partido tuvo fuerte penetración territorial y era conducido por Eva quién eligió personalmente a las 23 delegadas censistas, cada una a cargo de una provincia (o Territorio Nacional), que estuvieron a cargo de la puesta en marcha del partido. El objetivo del PPF era censar, empadronar, afiliar y preparar a las mujeres para el ejercicio electoral. El 22 de octubre partieron a sus destinos. Entre el 29 de octubre y el 5 de noviembre el Partido inauguró las 23 sedes centrales. Para 1951 había en el país 3.600 unidades básicas. Las delegadas estuvieron fuera de sus hogares durante meses y recorrieron cada punto de los territorios asignados. Las unidades básicas estaban abiertas de 8 a 20 horas, allí además de la tarea política desplegaban una importante labor social con capacitaciones, cursos y actividades de esparcimiento. Como tarea obligatoria debían diseñar un programa nacional de alfabetización y apoyo escolar. Las delegadas censistas fueron el nexo entre las mujeres desamparadas y la ayuda social que brindaba la Fundación Eva Perón.

Para Evita no había contradicción entre el ejercicio de la política y el hogar, señalaba al Partido como una extensión del mismo, por ende la casa y sus tareas pasaron a tener una revalorización así como el cuidado de los hijos. Las mujeres debían asumir la responsabilidad de la economía doméstica para consolidar y sostener el salario, sin descuidar la propagación de los Derechos del Trabajador. Toda acción de la mujer dentro o fuera del hogar era una acción política. El Partido Peronista Femenino era el instrumento para el fortalecimiento de la Revolución Peronista y sus conquistas.

El Partido Peronista Femenino era autónomo del Partido Peronista, Eva consideró importante la no injerencia de hombres para que no existiese una masculinización de la política en las mujeres, es decir, para evitar los vicios. En las elecciones de 1951 las mujeres constituían el 49.5 por ciento del padrón electoral, su incorporación a la vida cívica representó un incremento de más de cuatro millones de electores. El 63, 9 por ciento de las mujeres argentinas votó por Perón, más que los hombres. En la década del ´50 ningún país del mundo tenía la cantidad de mujeres en el Congreso Nacional que tuvo nuestro país: 23 diputadas y 6 senadoras asumieron bancas en 1952. En total 109 legisladoras peronistas en toda la nación. Con las elecciones de 1951 y 1953 el 30 por ciento del Congreso Nacional estaba compuesto por mujeres, cifra lograda cuarenta años después con la Ley de Cupo Femenino. Los nombres de aquellas diputadas y senadoras, su labor parlamentaria, su trabajo en las básicas, el intento de sostener el partido después de la muerte de Eva y el Golpe del 55 fueron borrados de la historia. El Partido fue uno de los logros más sobresalientes del feminismo nacional de base popular, plebeya y conducido por una mujer sin experiencia política.

Movilización de integrantes del Movimiento Peronista Femenino.
(Autor, fecha y lugar desconocido).

Eva Perón y el Partido Peronista Femenino quedaron despojados de todo vínculo con el feminismo a pesar de los logros concretos y simbólicos. Eva y “las muchachas peronistas” participaron de la puja del poder real, conquistaron derechos e hicieron comunidad. No sólo se incorporaron masivamente a la actividad cívica sino que ampliaron los espacios operativos: en las Unidades Básicas, en las fábricas, en las oficinas, en sus casas, en el comercio, en el espacio público. Participaron y promovieron ampliamente una comunidad organizada.

Eva apelaba a las mujeres de un sector social concreto: “las descamisadas”, las trabajadoras, las despojadas. La cuestión de género estaba atravesada por la clase social, así lo expresó en la primera asamblea nacional del Movimiento Peronista Femenino el 26 de julio de 1949:

“Pero el reconocimiento de nuestros derechos cívicos no nos han hecho olvidar el cuadro negativo de nuestros problemas de ayer, que no sólo eran de todo el Pueblo, del que formamos orgullosamente parte esencial, sino que tenía su máxima expresión en la negación económica y social”.

Recuperar nuestra historia, trayectos, conquistas, resulta fundamental para trazar nuestros propios caminos y poder así accionar políticamente en consonancia con la realidad política, social y económica de nuestro país. Se trata de recuperar la memoria colectiva para asumir los desafíos de la lucha por la emancipación.


Samanta Matzke

Samanta Matzke

Samanta Matzke es periodista y escritora, especializada en comunicación para organizaciones públicas, historias de periferia, cultura y política.
Nació en Buenos Aires en 1985, se crió en Ezeiza cuando el tercer cordón del conurbano bonaerense todavía era rural.

Fundó, junto a sus compañeros de secundaria, y llevó adelante la radio de la escuela: "FM La Técnica", ese día a sus 16 años decidió ser periodista. Estudió licenciatura en Periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).

Trabaja, desde el 2014, en el área de prensa y comunicación del Instituto Nacional de Juventudes (INJUVE) por lo que se especializó en Comunicación 360 para organizaciones públicas en la Universidad Nacional Guillermo Brown (UNaB). Es estudiante avanzada de la maestría en Periodismo Narrativo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Es autora de "El lugar de las palabras escritas", libro de relatos cortos.

Trabaja como columnista de historias de periferia en "Y se nos vino la noche", magazine nocturno en Fm Radio Cristal.

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